jueves, mayo 12, 2011

Reflexiones en torno al problema repertorial


Me es grato publicar estas reflexiones del Dr. Iván Salas-Vergara, que invita a un debate sobre la modalidad y manera de encarar al paciente en su totalidad…

Deja en claro una visión clara que aporta gracias a su formación en la Homeopatía Nouménica, que aborda la singularidad del paciente y su lenguaje que puede ser analizado bajo otra mirada y comprensión…en definitiva, un aventurado camino más hacia la cura de los enfermos.

El ejercicio de la homeopatía presenta serias dificultades y obstáculos en distintos niveles, ya sea por por el grado de atención a los diferentes modos de comunicación del paciente, por la sutileza de la observación desprejuiciada, por la contención y mesura de la palabra del tratante, en fin, por el delicado equilibrio que ella exige en el manejo de sus diferentes momentos y etapas entre razón e intuición, entre ciencia y arte. Aquí quiero referirme, particularmente, a los errores que en la conducción de la anamnesis nos llevan a una mala identificación de los síntomas y/o a la errada trasposición de los mismos al repertorio, lo cual nos conduce a la elección de una inadecuada estrategia repertorial. Como vemos, muchas son las trampas que acechan en la intimidad del acto médico homeopático

Antes de proseguir, deseo aclarar que no participo en la controversia entre los que privilegian la razón sobre la intuición o viceversa y que se expresa, puntualmente, en el animado debate entre los que defienden la repertorización como paso obligado en la toma del caso y los que no.En mi opinión y desde una postura dialógica, integradora y orgánica no es real la exclusión entre estas funciones del alma humana ya que ambas pueden actuar de manera sinérgica, simultánea o alternadamente y sólo una mirada lineal, disyuntiva y reduccionista se plantea este falso dilema que nos impide reconocer que todo el tiempo estamos utilizando ambas funciones anímicas, aunque por momentos, alguna de ellas actúe en segundo plano. Dicho esto, paso al tema planteado.

La inadecuada estrategia repertorial se inicia cuando constreñimos el relato del paciente a los síntomas y rubros representados en el repertorio; cuando aplicamos toda nuestra atención al descubrimiento de síntomas repertorizables al creer que, precisamente por serlo, nos conducirán de manera expedita a la prescripción del

Similimun mediante el recurso a una valoración chata de los mismos, reducida a la sumatoria de unos dígitos más o menos arbitrarios.

De lo anterior no debe deducirse un rechazo al uso de los repertorios, por el contrario, todo homeópata cabal debe conocer profundamente la lógica de su urdimbre y desarrollar la mayor experticia en la precisión de los síntomas y en la justeza de la valoración de los mismos y su jerarquización. Lo que aquí señalo es la deformación de nuestra capacidad de escucha y, como consecuencia de ello, de la interpretación contextualizada del relato del paciente, lo que nos lleva a privilegiar los síntomas en vez de atender la historia que cuentan, esa que circula por los entresijos y silencios de su palabra. Es como si - si cabe el ejemplo – al leer una novela, pusiéramos el énfasis en ciertas palabras aisladas y sólo viésemos los sustantivos y los verbos, omitiendo adjetivos y conjunciones y adverbios, etc., lo cual nos impediría extraer el sentido de las frases, el propósito que les subyace y surge del ritmo, de la atmósfera del texto en su integridad. No debemos olvidar, pues, que los síntomas no constituyen un fin en sí mismos sino que son el medio, el vehículo mediante el cual cada sujeto intenta expresar su desencuentro existencial. Ellos cuentan, en conjunto, la novela del paciente, vale decir, un argumento vital, un sentido y una intención.

La novedosa exégesis de la Materia Médica propuesta por Masi Elizalde, nos enseñó que numerosos síntomas son comunes a diferentes medicamentos y ello nos obliga a admitir que aunque idénticos en su forma, en verdad traducen algo bien diferente en el contexto de la historia de cada sujeto o medicamento. Así, la coquetería y la seducción de Lachesis obedecen a la necesidad de ser admirada mientras en Pulsatilla a la necesidad de huir del sentimiento de abandono. El carácter agitado y violento de Taréntula obedece a motivaciones distintas a las de Chamomilla o la ilusión de ser insultado de Palladium es totalmente distinta de la de Alcoholus. Es decir, que no existen síntomas rigurosamente idénticos cuando se los interpreta desde la perspectiva del sentido y de la totalidad sintetizada en la intención central alrededor de la cual el sujeto estructura su estrategia vital.Dicho de manera concisa: en rigor todo síntoma es exclusivo.

Entonces, hay algo que es anterior, que precede a los síntomas y ello es la singularidad del sujeto (su psora, absolutamente endógena y metahistórica) la cual determina el significado de los mismos y su peso específico en el contexto de la biopatografía personal. Ahora bien, admitir esto implica rechazar de plano la absurda teoría que plantea la psora como subproducto de la supresión de la sarna o de la escabiosis o de cualquier otro exantema, pero ese es otro asunto que abordaremos en otro momento. Así, no debemos perder de vista la noción de que conceptos tales como los de totalidad sintomática, o síndrome mínimo de valor máximo, o los key notes y las diversas formas de puntuación repertorial, así como la variedad de métodos de valoración de los síntomas y modos de prescripción, constituyen instrumentos técnicos al servicio de la identificación de esa singularidad. Entonces resumiendo, el principio de semejanza debe ser aplicado a aquello que el sujeto es, no a lo que el enfermo presenta.

Coherentemente con estos planteamientos, la escuela de Homeopatía Nouménica que fundara Masi Elizalde, propone la formación de ejes temáticos que aglutinen síntomas en torno a si y luego resumir mediante agrupamientos temáticos hasta concluir en pilares que expresan en su concisión los elementos fundamentales que circulan en la dinámica miasmática, es decir la manera particularísima como cada sujeto ataca y se defiende de las vicisitudes que el medio le propone, constituyendo todo ello la estrategia de vida o “manera equivocada de estar consecuencia, a su vez, de la idea errada de ser”.(Bandoel)

El troquelado recibido en las escuelas médicas del sistema dominante, nos lleva a pensar como clínicos en permanente confrontación con lo patológico según la nosografía al uso, mientras que en tanto Homeópatas debemos dirigir nuestra actuación a la singularidad del sujeto paciente, lo cual implica que el síntoma debe ser redefinido como todo aquello que traduzca las peculiaridades del sujeto sin la obligatoriedad de que sea algo patológico y, es por eso, que no es necesario que el paciente presente sintomatología clínica, es decir, que esté enfermo, para poder realizar su diagnóstico medicamentoso; así, la simple ocupación o los pasatiempos constituyen una buena guía al respecto, una tejedora puede revelar a Sepia, una danzarina a Taréntula, una actriz o pitonisa a Lachesis, un juez de paz a Natrum carbónicum egotrófico(sycósico) y el mal gusto en el vestir al Natrum carbónicum egolítico(syphilítico), el escultor a Alúmina, el coleccionista de relojes a Argentum nitricum, así también la forma de vestir, la manera de hablar , en fin, todo aquello que traduzca la posible conformación psórica puede ser asumido como síntoma. Es la idea que de manera concisa expresamos arriba así: el principio de semejanza debe ser aplicado a aquello que el sujeto es, no a lo que el enfermo presenta.

Estas son algunas ideas, apretadamente expuestas a modo de invitación al debate crítico y respetuoso, que intento aplicar en mi práctica cotidiana, intentando vencer la dificultad propia de este ejercicio y mis humanas limitaciones y en esa apuesta me recompensa el disfrute del intento mismo y la resonancia con el legítimo espíritu de la homeopatía que nos legara el sabio maestro de Meissen.

DR. IVAN SALAS VERGARA

ivansave@gmail.com

06/V/2011