sábado, junio 26, 2004


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La Fiebre del Oro

No se puede negar la influencia que ha tenido y tiene el oro en las personas, al punto de provocar lo que se ha llamado “la fiebre del oro”. Esta ha originado invasiones de un país a otro, grandes migraciones de personas, colonizaciones de un continente a otro, se usa como respaldo de un país y como medida de intercambio comercial, etc.
Pese a que hay otros minerales escasos, maleables, con brillo, como el platino, paladio o la plata, no han podido reemplazar al oro en todas sus dimensiones.
La Alquimia antigua, cobró apogeo e importancia, justamente porque se decía que los alquimistas podían convertir un metal en oro, la famosa transmutación, lo que ha convocado a un cierto número de alquimistas verdaderos y falsos, a disposición de un monarca o noble para la fabricación de tan precioso metal y convertir a esa persona en alguien con mucho poder y dinero.
Pero fueron justamente los alquimistas, quienes utilizaron al oro como elemento terapéutico, luego de triturarlo, calentarlo en el atanor, mezclarlo y diluirlo hasta obtener su quintaesencia, o sea, su “espíritu”, tal como se preparan los medicamentos homeopáticos. Vale la pena parafrasear a Paracelso en su Archidoxis, Vol. IV: “La quintaesencia, es cierta materia extraída de todas las cosas que la Naturaleza ha producido, y de todo cuanto tiene corporalmente vida en sí mismo, una materia purgada sutilmente al máximo de toda impureza y mortalidad, y separada de todos los elementos. De ahí resulta evidente que la quintaesencia, por decirlo así, es una naturaleza, una fuerza, una virtud, que una vez estuvo encerrada dentro de las cosas, pero libre ahora de todo domicilio y de toda incorporación exterior... La más mínima cantidad de azafrán tiñe una gran masa de agua, pero no toda es azafrán. Así, de igual modo debe afirmarse de la esencia, que su cantidad es pequeña en la madera, en las hierbas, en las piedras y otras cosas similares; se oculta en ellas como un huésped. El resto es puro cuerpo natural... Ni tampoco debe suponerse que la quintaesencia existe como quinto elemento más allá de los otros cuatro y que ella misma es un elemento... El hecho de que la quintaesencia cure todas las dolencias, surge de una propiedad innata, a saber, su gran limpieza y pureza, mediante las cuales, de modo maravilloso, restituye el cuerpo a su propia pureza y lo cambia enteramente...
Si bien como cada animal contiene en sí el espíritu vital, no existe en cada uno igual virtud simplemente porque todos ellos consistan en carne y sangre, sino que unos difieren de otros, en sabor o en virtud, eso mismo ocurre con la quintaesencia... Por tanto sucede que unas quintaesencias son astringentes; otras, narcóticas; otras, atractivas; otras más, somníferas, amargas, dulces, acres, estupefacientes, y así sucesivamente. En este punto debe destacarse igualmente que cada enfermedad requiere su propia quintaesencia esencial.”
Esta frase escrita en el siglo XVI, es la base por donde se apoya la Homeopatía, de cómo un elemento dinamizado donde la materia se pierde, puede curar grandes enfermedades con propiedades que le son propias a cada elemento... Ya en la Biblia, en Éxodo, Dios le dice a Moisés que disuelva el Becerro de Oro en el agua, y de ésta le de a tomar a su pueblo para revertir el pecado cometido...
¿Pero porqué el oro se usó para esos fines?. Nuevamente la Alquimia nos ilustra al respecto, porque decía Paracelso, que para curar hay que saber Cosmología, debido a una relación entre el Macrocosmos y el Microcosmos, o sea, el origen de las enfermedades se encuentra en el hombre, y no fuera de él; pero las influencias exteriores actúan sobre el interior y hacen que crezcan las dolencias. Lo mismo pasa en los minerales y sus propiedades propias y las influenciadas por lo externo, ¿o no hay una relación astrológica y las personas, y a su vez con los elementos?
Simbólicamente la Biblia explica con profundidad al oro. Moisés era el pastor de un rebaño de esclavos, como un rebaño de ovejas guiadas por un solo hombre con un poder especial, un cierto magnetismo, siempre observando que nadie se desvíe, con un cargo dominador un constructor de ilusiones que somete a los suyos en pos de sus sueños... la tierra prometida... un escape a un camino sin experiencia previa, sin prudencia, a la buena de Dios. ¿Total, ya estaban condenados, que mejor que seguir una ilusión?
Así es como veo a la persona que le indico el oro dinamizado, aunque como dijo Paracelso hay muchos tipos de oro, por lo tanto, también de acuerdo a la particularidad que le es propia a cada uno, hay una sal de oro adecuada, para que no se condene o condene a los demás, que no viva de ilusiones inalcanzables, que pueda levantarse luego que estas hayan fracasado en su intento de una vida mejor y pueda alcanzar los altos fines existenciales.
Dr. Guillermo E. Tesone
gtesone@bigfoot.com